Tu piel

Tu piel depende de vos

Tu piel depende de vos

Si dejamos una hoja en blanco, lisa, sin arrugas y sin manchas en la calle, con el correr del tiempo, la exposición al sol, el viento, la lluvia, el humo y todos los factores a los que nos exponemos todos los días, la hoja se irá manchando, y arrugando.

Esto mismo pasa con nuestra piel. Desde el día que nacemos, hasta el último de nuestras vidas, la piel se enfrenta a infinitos factores.

Desde el primer día de nuestra vida la piel nos defiende de agentes nocivos y va mutando acorde a nuestra genética, estilo de vida, gustos, hábitos, estados de ánimo, todo, absolutamente todo repercute en nuestra piel.

Una de las características de la piel es la de ser capaz de regenerarse y lo vemos cuando cicatriza una herida o cuando se recupera de una quemadura. Esto no significa que la piel no vaya acumulando daño. El ejemplo más claro lo podemos describir con la exposición excesiva al sol. A todos nos ha pasado exponernos al sol sin protección, quedar rojos, sentir ese ardor y la piel deshidratada, que con el correr de los días se descama y recupera su estado anterior, cómo si nada hubiese pasado. Aunque bien estudiado está, esto no es realmente así.
Con cada exposición solar dañina, además de “tomar color” nuestra piel nos defiende de los cambios genéticos que los rayos UV del sol son capaces de generar.
Y si bien después la piel se descama y parece “regenerarse”, las chances de que el daño permanezca y se reproduzca aumenta con cada episodio de quemadura. Este constituye el mayor factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de piel. Si bien no es el único, ya que cuando hablamos de cáncer de piel también entran en juego cuestiones genéticas heredables sobre las cuales no tenemos el poder de modificar.

Lo que sí podemos hacer para prevenir la aparición del cáncer de piel es:

  • Evitar la exposición solar sin protección y en horas pico (de 10 a 16 horas).
  • Siempre cubrir la mayor superficie de piel posible, hasta con gorros y lentes de sol.
  • Chequear anualmente nuestros lunares y manchas que aparecen en la piel con nuestro dermatólogo.

En algunos casos no podemos prevenir la aparición del cáncer de piel, pero si podemos detectarlo tempranamente para poder actuar de manera rápida y así evitar que se disemine tanto por la piel, como en el resto del cuerpo.
Una forma fácil de controlar nuestros lunares es realizando el seguimiento de ellos con el criterio del ABCDE donde:

  • A: Asimetría. Que nuestros lunares no sean simétricos debe llamarnos la atención, ya que esto puede se puede tratar de un proceso neoplásico.
  • B: Bordes. Unos bordes bien definidos y regulares nos dan indicios de un lunar benigno, mientras que bordes irregulares, deberían llamarnos la atención.
  • C: Color. Un color homogéneo de todo el lunar nos debería dejar tranquilos.
  • D: Diámetro. Deberíamos tener en cuenta el tamaño de nuestros lunares y prestar especial atención a aquellos de mayor tamaño.
  • E: Evolución. Cuando algunos de nuestros lunares que ya conocíamos cambia a lo largo del tiempo, en algunas de las características ya descritas o se ulcere o sangre.

El autoconocimiento de nuestro cuerpo es nuestro mejor aliado. Para así poder consultar a un profesional más rápidamente, además del chequeo anual dermatológico.
A nuestra piel que tanto nos protege, debemos cuidarla tanto para que pueda seguir cumpliendo su función de barrera protectora, como para que luzca saludable y radiante.

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