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Piel sana los 365 días del año

La piel, nuestra barrera natural, se expone tanto a los cambios que ocurren por dentro de nuestro cuerpo, como fuera de él, y es por esto que los cambios climáticos la afectan también. A lo largo del año, las características que debe afrontar nuestra barrera natural varían y su forma de afrontarlas también, por eso debemos cuidarla durante los 365 días del año.
- En el verano nuestra piel está más expuesta a altas temperaturas, sudamos más y las radiaciones UV son mayores. Además por la polución de las grandes ciudades, es el momento en el que nuestra piel requiere mayor protección con una correcta hidratación y fotoprotección como hemos descripto en artículos anteriores.
- Durante el otoño, la importancia de hidratar la piel con cremas y emulsiones adecuadas a nuestro cuerpo radica en recuperar la hidratación pedida durante el periodo del verano. Por lo que no debemos perder la rutina de hidratación tanto con cremas corporales, como con la incorporación de 2 litros de agua durante el día.
- Con la llegada del invierno, las bajas temperaturas estimulan al cierre de los poros de la piel, junto con la menor producción del volumen de sebo, sumado a los bruscos cambios de temperatura que debe afrontar nuestra piel cuando ingresamos a ambientes calefaccionados. Todo esto nos lleva a tener una piel más frágil, quebradiza, fina y menos luminosa. A consecuencia de esto se reseca y se descama con mayor facilidad, incrementando el recambio celular.
Para ayudar a nuestra piel en este proceso, debemos ser estrictos con la rutina de hidratación corporal, preferentemente durante la noche, para dar tiempo y sustratos a la piel que le permitan lograr un correcto crecimiento y desarrollo, manteniendo la salud y el buen aspecto.
En este periodo, podríamos incluir en nuestra rutina de baño al proceso de exfoliación. Sería bueno realizarlo al momento de escurrir el jabón con una esponja vegetal, dos veces por semana, seguido de la aplicación de nuestra crema hidratante favorita. El resultado será una piel sana, turgente y elástica a la vista.
Con estos cuidados durante el invierno, y continuando en la primavera, nuestra piel se encontrará en condiciones de poder afrontar todos los factores que la dañan nuevamente en el cálido verano.
Encontrar el producto adecuado para nuestro cuerpo y rostro, es fundamental en este proceso y tiene una repercusión positiva en el resultado final.
Siempre recordemos, que frente a cualquier duda debemos consultar a nuestro dermatólogo de confianza.